Este aumento ha permitido, entre otras cosas, empezar a encontrarnos, de forma más o menos regular, con los efectos secundarios propios del consumo crónico de AINEs.
Los AINEs afectan a la función renal
Los AINEs aumentan el riesgo de padecer una insuficiencia renal hasta
en 4 veces, cuando son consumidos de forma mantenida durante, al menos,
un mes. Diversos factores hacen más fácil la aparición de una
insuficiencia renal; a saber:- Que el paciente padezca de insuficiencia renal crónica (se agrava la función renal de forma importante en esta situación).
- Que esté diagnosticado de una insuficiencia cardíaca.
- Que padezca cirrosis hepática.
- Que la persona presente una caída de la cantidad de líquido circulante (hipovolemia). De ahí que deberíamos evitar los AINEs, en especial, en los meses veraniegos.
- Que además la persona sea hipertensa, y especialmente, si está tomando medicamentos del grupo de los IECAs (todos los acabados en –pril), ARA-II (los terminados en –sartan) o determinados diuréticos.
¿Hay alguno más seguro que los demás a la hora de prevenir la insuficiencia renal?
Parece ser que no; que todos, en más o menos igual medida,
predisponen a los individuos especialmente susceptibles, a caer en
insuficiencia renal aguda.
Retención de líquidos (edemas)
De por sí, ya suele ser molesta la retención de líquidos en forma de
edemas. Éstos suelen depositarse en lugares “declives”, como los
tobillos, piernas y pies.Pero los edemas son especialmente perniciosos en determinados casos: En aquellas personas que, afectas de una insuficiencia cardíaca, tienen dificultades en movilizar el líquido corporal que corre por sus vasos sanguíneos. Más aún, si este líquido aumenta de forma importante, en forma de edemas.
Los AINEs, de hecho, aumentan el riesgo de caer en insuficiencia cardíaca en personas susceptibles (con insuficiencia renal, diabetes o hipertensión) hasta en dos veces. De ahí que, en estos pacientes, deban ser convenientemente evitados.
Aumentos de la tensión arterial y descompensación de la misma
El sustrato que lo explica es el mismo que en el caso anterior: La
retención de líquidos, tanto fuera de los vasos (edemas), como dentro de
los mismos (aumento de la tensión que soportan éstos).Especialmente predispuestos al aumento de tensión aquéllas personas que, ya de base, tengan la tensión alta; y, como hemos visto, aquéllos que lleven determinados tratamientos para su tensión arterial (IECAs, ARA-II o diuréticos).
No queda claro si alguno de los AINEs utilizados es más pernicioso en este sentido que los demás. Por tanto, mejor evitarlos en estos casos.
Daño a nivel hepático (o hepatotoxicidad)
Los estudios consultados sugieren que los AINEs tienen cierta
tendencia a dañar la función hepática. En especial, si son consumidos de
forma crónica. En concreto, se ha visto que la lesión hepática aguda
que requiere hospitalización, y cuya causa es el consumo habitual de
AINEs, se sitúa en nueve casos por cada 100.000 personas y año.Así mismo, como sucede en el anterior apartado, no parecen haber diferencias entre los diversos antiinflamatorios a la hora de producir tal efecto.
Riesgo cardiovascular (infartos, embolias…)
Varios (múltiples, en realidad) son los estudios que se han dedicado a
buscar la posible relación entre el consumo de AINEs y la aparición de
un evento cardiovascular. Los resultados, pese a que muestran cierta
tendencia a relacionar ambos hechos, no son tan contundentes como los
descritos anteriormente. Lo que sí parece claro es que el naproxeno es
el que aporta menos riesgo cardiovascular (dejando claro que cualquier
AINE, por el hecho de subir la tensión arterial, ya comporta cierto
riesgo), seguido del ibuprofeno. Y el resto de AINEs, en este sentido,
tienen un perfil no tan seguro.Dr. Francisco Marín / Foto: © Thinkstock
http://es.tendencias.yahoo.com/seguros-antiinflamatorios-tomamos-habitualmente-100000494.html