Tres años después de la revolución que encandiló al mundo, el grito de Tahrir
-pan, libertad y justicia social- predica en el desierto. Hace tiempo
que militares e islamistas secaron los sueños. Los jóvenes
revolucionarios -tan entusiastas como ingenuos- sobreviven desde unos márgenes cada vez más apretados.
El desengaño ha sido velozmente cruel. Algunos han dado con sus huesos
en la cárcel. Otros se perdieron bajo los gases lacrimógenos y las balas
que han cruzado estos 36 meses. El resto, descontando los desertores,
es carne de escarnio mediático y represión policial.
"Cometimos muchos errores", reconoce la escritora Ahdaf Soueif, una
de las fundadoras del Frente El Camino de la Revolución que aglutina a
los movimientos que galvanizaron las revueltas contra Hosni Mubarak en 2011. Autora de la celebrada novela "El mapa del amor" (Salamandra, 2005), Soueif trazó un retrato apasionado de las 18 jornadas de protestas que tumbaron al dictador
en "Cairo. My city, our revolution" (Bloomsbury, 2011). A modo de
diario, el libro relata aquellas horas de catarsis colectiva. Hoy su
lectura produce una extraña sensación de nostalgia por el futuro perdido
entre barbudos y tanques. Uno de los personajes de la historia, su sobrino
e icono de Tahrir Alaa Abdelfatah, permanece desde noviembre entre
rejas por una draconiana ley anti protestas. "Aún soy optimista. A largo plazo las cosas no pueden seguir así. El país no podrá aguantar tanta represión y tanto saqueo", argumenta Soueif en una entrevista a EL MUNDO.
P.- ¿Hacia dónde camina Egipto?
R.- Vamos hacia un Estado controlado por el aparato de seguridad,
que está ya aplastando las libertades y los derechos humanos y que
vuelve a gobernarse en beneficio de la élite económica y el ejército.
Pero al mismo tiempo también caminamos hacia una nueva oleada revolucionaria.
Cuándo tendrá lugar ese levantamiento es imposible de pronosticar. Su
rapidez, en cualquier caso, dependerá de las acciones del régimen.
P.- Acaba de aprobarse una nueva Constitución que sus defensores consideran un paso hacia la democracia ...
R.-Si de verdad nos dirigiéramos hacia una democracia, ¿por qué el gobierno interino aprobó una ley anti protestas?
La Constitución en este momento es irrelevante porque ha intentado
implicar al pueblo en otro proceso de apariencia democrática cuando en la práctica las leyes no se respetan.
La Carta Magna prohíbe, por ejemplo, el allanamiento de morada. Y, ¿qué
sucede todos los días? El texto permite al ejército conservar sus
privilegios, su imperio económico, el hermetismo de su presupuesto y la
ausencia de rendición de cuentas ante el parlamento o cualquier otra
institución civil. Todo es un intento de convencer de que tienen
legitimidad. Pero en realidad es puro escaparate. El estado policial está regresando con más fuerza.
P.- Y, entretanto, algunas figuras de la dictadura de Mubarak recuperan voz y espacio...
R.- Si no fuera verdad, sería divertido. Gente conocida por ser corrupta y haber trabajado en el régimen de Mubarak
está de vuelta y habla incluso en nombre de la revolución. Es una
brillante obra de desinformación. De todos modos, es erróneo pensar que
la gente de la calle es simple. Que la gente vote sí a la Constitución y
le pida a Al Sisi
que sea presidente no significa necesariamente que crean en eso.
Simplemente les están dando una oportunidad. El pueblo está cansado. La
situación económica es pésima y muchos no desean estar en un permanente
estado de revolución. Si no te interesa la política, puedes decir que ya
se intentó. Hubo una revolución, se salió a la calle. Luego vino la
junta militar y más tarde los Hermanos Musulmanes.
Y nada funcionó. Quizás han llegado a la conclusión de que hay que
probar lo que tenemos ahora. Dudo, sin embargo, que estén dispuestos a
esperar toda su vida para ver que la situación mejora.
P.- En un país altamente polarizado, ¿hay lugar para una tercera vía entre militares e islamistas?
R.- Ahora mismo es muy difícil adoptar una posición que no sea
inmediatamente sepultada por uno u otro bando. Y, de momento, no tenemos
la receta para acabar con la polarización.
P.- Los islamistas tratan de ganar para su causa a los revolucionarios. ¿Tienen alguna posibilidad?
R.- No. Los Hermanos Musulmanes
nos han demostrado una y otra vez que sus objetivos no son los
nuestros. Durante el año que estuvieron en el poder dejaron claro que el
estado por el que trabajan no es el nuestro. Su política económica es idéntica a la de Mubarak.
No son inclusivos y sí son sectarios, jerárquicos, violentos,
autoritarios... En definitiva, todo aquello que nosotros no somos y todo
aquello por lo que hubo una revolución. Nuestra postura es que siempre
denunciaremos las violaciones de derechos humanos y condenaremos las
muertes y las detenciones de los últimos meses pero nunca nos
organizaremos políticamente con ellos.
P.- ¿Militares e islamistas sellarán la paz alguna vez?
R.- Sí. Incluso pactaran en el futuro sino lo han hecho ya. Son similares y están acostumbrados a alcanzar acuerdos.
P.- La mayoría de los liberales y los izquierdistas parecen haber prometido lealtad a la cúpula castrense...
R.- Es uno de los aspectos más tristes de lo que está sucediendo.
Personas que tienen una historia de lucha política contra Mubarak están
ahora mismo del lado del ejército. Es un problema que se remonta a muy
atrás. Para muchos liberales, nacionalistas o naseristas, la aversión hacia los Hermanos Musulmanes es más fuerte que cualquier otro asunto. Algunos de ellos también creen en la jerarquía y la fortaleza del estado y son autoritarios por naturaleza.
http://www.elmundo.es/internacional/2014/02/06/52f35cbee2704eee588b456f.html
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